Jan 21, 2010

III.

Detuvo el auto sin mirarme. Yo lo miraba de reojo. El estacionamiento del aeropuerto no era ni particularmente interesante, ni romántico (ni barato) pero ninguno de los dos nos atrevíamos a dar ni un paso hacia adelante o hacia atrás.

Faltaban dos horas.

- Me debiste dar permiso de llevarte a comer.- Me miró medio sonriendo.
- Es que de verdad no quería perder el vuelo... - Le sonreí abiertamente. -Además son casi las siete.
- O llevarte a tomar algo... ¿o me tienes miedo?
- La verdad si.

Puso su iPod en el automovil. Yo no me decidía a jugar a la sinceridad o darle largas otra hora y media, el problema era que lo tenía allí, enseguida de mi. Y me gustaba mucho. Mucho. El segundo problema era que él estaba enterado. Era la primera vez que nos veíamos cara a cara después de casi diez años y nuestras conversaciones por teléfono no eran muy discretas que digamos. Pero sacarle la vuelta era lo más fácil... ¡si tan sólo hubiera podido dejar de temblar!. Su voz interrumpió mis pensamientos:

- Pues me atraes más de lo que pensé en persona... es... casi animal.

Sentí un escalofrío, era cierto... el también temblaba. Ambos tratando de no tocarnos... El me había prometido ser decente. Me voltee a mirarlo a los ojos. Su mirada era profunda, sus ojos, hermosos. ¿Iba a poderme contener yo?

3 comments:

mO* said...

:O quiero saber más!!!!!

Karabá said...

No mames no mames no mames!!!! me encantan las historias así (reales o ficticias) te quiero mucho pon lo q sigue... jaja

Manuel Silva said...

que historia tan sorprendente, y digame srita, perdio ud su vuelo, es decir la protagonista, de la historia corta, habra continuacion, diganos...